viernes, 9 de septiembre de 2016

Un jardín de palabras

 

Estoy en Santiago de Chile, noviembre de 2014.
En el stand de la editorial Penguin Random House, presento mi libro Memorias Imperfectas.
Elijo hacer aquí su presentación porque en mis memorias literarias Chile tiene una fuerte presencia: no solo mis amigos escritores,   José Donoso, Jorge Edwards, Antonio Skarmeta, Arturo Fontaine, sino también mis frecuentes viajes a esta ciudad que amo. Y que siempre me trae a la memoria la canción “yo volveré a pisar las calles de Santiago…”
Es un domingo de este casi verano. La antigua estación Mapocho es el lugar donde se alberga esta feria. Se me acerca gente, miran el libro, me hacen preguntas, comentarios, alguien lo compra, firmo ejemplares.
El stand tiene cuatro vértices: en uno estoy yo, en los otros, Jeremías Gamboa, Roberto Ampuero, Pablo Simonetti.
A Jeremías lo he conocido en Buenos Aires y con él termino mi nuevo libro.
De Roberto Ampuero he leído El último tango de Salvador Allende, fuerte novela que evoca lo que fue la caída del gobierno socialista en Chile. A Pablo Simonetti no lo conozco. Me atrae el gran cartel donde la novela de Ampuero se une de alguna manera con mi libro: Detrás del muro, relatos de mi memoria imprecisa.
Me acerco, me presento, le pido que me firme su libro, nos reímos de la coincidencia de nuestros títulos. Sé que Ampuero ha sido ministro de educación del presidente Piñera.
Y allí, en otra esquina, Simonetti, rodeado de gente, alcanzo a ver el titulo de su obra: “jardín”, así, con minúscula, es un libro de pocas páginas, tiene sobrecubierta con un tapiz de flores de un indefinido color, en la gama del bordó. Es guapo, esta es la palabra que me gusta usar desde que alguien que era chileno me la dijo a mí. No puedo esperar, la firma será para otra vez.
Cuando pregunto a mis amigas chilenas por él, me cuentan que está muy de moda porque, además de ser  un escritor consagrado –me sorprende no conocerlo-, es un militante de los derechos igualitarios, y preside una organización creada por él mismo.

Ya en Buenos Aires, leo “jardín”, y me cautiva. Anoto en mi libreta de apuntes los nombres de árboles desconocidos para mí y que alguna vez quizás pueda identificar. Son palabras sonoras: pitosfo, peumo, molles, bellotos. Y me acuerdo de la novela de Donoso, El jardín de al lado. Con su tapa ilustrada con Magritte, la extraña pintura de las dos cabezas tapadas.
Leo otros libros suyos, no es fácil conseguirlos en Buenos Aires. Soberbia juventud, La barrera del pudor.
Y entonces, a fines del 2015, llega Simonetti a Buenos Aires para presentar entre nosotros su “jardín”. Pido una entrevista con él, lo espero en el bar de su hotel, en el lindísimo lobby del hotel Alvear Art en la calle Suipacha.
Y aquí estamos.

La trama avanza a partir de mis preguntas

Nos sentamos, y no sé cómo empezamos hablando de Henry James. Porque quizás yo encuentro en él ese manejo de la trama y de los personajes que no es común en la novela contemporánea latinoamericana. O más probablemente yo le haya preguntado por sus maestros literarios.
P.S.: Empecé leyendo  todos los cuentos de James, seguí con  La princesa Casamassina, Otra vuelta de tuerca, y luego empecé a leer las novelas más difíciles, que son las grandes novelas del siglo XX,
como Las alas de la paloma, La copa dorada, pero a Los embajadores no le logro entrar,
JD. Yo tampoco, y a veces creo hasta que la leí y no me acuerdo ya, me quedo en ese primer capítulo que ellos pasean, pero lo tengo siempre a mano porque creo que alguna vez voy a poder pasar esa prueba. Me pasa con dos libros, con ese y con Ada y el ardor, de Nabokov.
P.S.:  Tampoco yo.
J.D.:  Y a mí me fascina Nabokov.
Coincidimos por supuesto en Lolita, y sobre todo en Habla, memoria.
le cuento que la suegra de un amigo era prima de Nabokov y él lo conoció en Ginebra.
Me pregunta por mis libros, le hablo de Memorias Imperfectas y de El bosque de los libros.
JD: Hablemos de ti.
Le cuento que no han llegado todos sus libros, que el leído por supuesto jardín y La barrera del pudor. Ahora estoy leyendo Soberbia juventud. Le muestro por donde voy  y quiere saber qué página es. Le digo el número, 124 entonces me dice “acaba de terminar”. Acaba de terminar la historia de la tía Alicia, sí, claro, que le cuenta la historia del marido. Porque sus libros tienen historias dentro de la historia.
Nos reímos, tomamos café, le digo que me he convertido en presidenta de su club de fans, y me contesta que eso es mejor porque soy una gran lectora.
Retomo con una cita que llevo anotada:
“-No estábamos aburridos, no estábamos desilusionados, ni él ni yo habíamos cambiado de un modo que nos hiciera imposible convivir, sencillamente no pudimos superar la frustración.”
JD: Esto es James, verdad? El trabajo de los personajes lo practican pocos escritores chilenos de tu generación, y en este tipo de novela, que no es “realista” precisamente aunque lo sea. Porque además los describes sin describirlos desde la perspectiva del narrador, que es raro, es un personaje también muy bien construido. Si bien son consistentes casi ninguno es monocorde. Te sorprenden. Eso es una constante quizás como algo propio del narrador persona, del autor, porque la madre de jardín  sorprende porque termina siendo otra cosa.  Todos esconden un secreto.
PS: Claramente el trabajo de los personajes lo heredé de James acabo de dar  un curso de cuatro clases de tres horas en una universidad chilena dedicadas a Retrato de una dama. En los últimos tiempos es lo que más disfruté. Tanto como escribir. Fue como encontrarme con las fuentes de mi literatura. Y el trabajo de James con sus personajes es muy grande, porque no hay palabra que digan ni acto que realicen que no sea consistente con el vector vital, con la energía vital. Aunque sean contradictorios, aunque sorprendan, siempre hay un elemento que les es propio y que está presente. Y nunca se desvía, nunca cuenta, yo siempre digo que James tiene la capacidad de contar las cosas no porque ocurran  -porque uno puede contar una cantidad de minucias increíble simplemente porque ocurren- sino porque le son importantes a los personajes y a la historia y con un fin literario narrativo y no porque  simplemente hayan ocurrido en su vida. Fijate una alumna me decía “a Isabel Archer se le muere un hijo y esto aparece en una línea, es muy importante en la vida de una mujer”. No todo hay que contarlo. Y él va contando las cosas que son pertinentes para la línea narrativa y para el sentido de la historia que él le ha dado.
Hablamos de Donoso, también jamesiano, y que tuvo un taller literario.
Le cuento que fui su amiga y me recuerda que el epígrafe de su novela El obsceno pájaro de la noche es una carta del padre de Henry James  a sus hijos Henry y William, y allí hace mención de esta figura del obsceno pájaro charlando con el lobo escondido en la selva. [1]
PS: A ese taller fueron muchos de la generación anterior a la mía, que fue la generación de la nueva narrativa,  Gonzalo Contreras, Carlos Franz, Alberto Fuguet, Marcela Serrano, y otros.   Cuando empecé a escribir fui al taller de Contreras  y era también un gran jamesiano, y sobre todo tiene una gran capacidad de trabajar con los  personajes. De modo que eso fue lo que nos dejó como maestro. Y me alegro mucho de que tú lo hayas percibido. Es una de mis capacidades.
JD: Es impactante. Te vinculé de inmediato con Donoso. Aunque lo que hagan no se parezca, pero es esa concepción del personaje. Y en lo que yo conozco de la literatura chilena, que conozco bastante, no ocurre esto.
P.S. Contreras es apenas mayor que yo, pero empezó a publicar antes, yo empecé tarde, e incluso ese tema de la auto ficción está más en mi generación que en la suya.  Y también el ir en busca de una reivindicación de lo individual, una rebelión hacia las formas establecidas sociales, como la familia, la  orientación sexual. De hecho en esta generación, cuando yo empecé a escribir con ellos, había ya muchas mujeres y varones de la diversidad sexual que asumían su orientación.

JD: Pero estaba El lugar sin límites… Y luego la película con guión de Manuel Puig, que a Donoso no le gustó…Bueno lo que pasa es que Chile era una sociedad…
PS: Había escritores cerrados.
JD: He hablado con Donoso mucho y de estos temas, imagínate, hace más de veinte años.
Le comento mi nota publicada en Clarín contestándole a lo que había escrito Daniel Balderston, profesor y crítico norteamericano, sobre unas cartas que de joven se había escrito Donoso con un joven amigo.
PS: Bueno, Donoso tenía un amigo, Mauricio Wacquez …
JD: A Mauricio Wacquez  lo conocí en Calaceite. De hecho me alojé en su casa.
PS: Yo estuve en Calaceite, pero no lo conocí. Escribió la primera novela chilena gay, antes eran novelas que encubrían el tema como con una bruma, pero en Frente a un hombre armado se encara el tema de una manera explícita.  El deseo gay era bien doloroso porque hablaba de un joven hacendado chileno que se enamora de un peón -en ese minuto existían esas clasificaciones sociales tan duras-, y él se siente doblegado por ese deseo y siente como que rompe con todos los marcos de clase y las ambiciones de su familia, y cae enfermo. Ese libro es del 81 y salió en España con muy buena crítica. A Mauricio lo trajeron a Chile para una feria del libro, pero no trajeron el libro, era plena dictadura.
Y luego Lemebel, que es otro camino, y despues aparezco yo.
Le resumo el sentido de mi nota. Y cómo le contesté duramente .
PS: Mira, mientras me contabas esto estaba pensando en dos cosas que quiero contarte. Alberto Fuguet acaba de salir del closet. Escribió un libro gay, se decía pero no se sabía, aunque siempre sus personajes han tenido cierta tensión homoerótica. Son novelas de hombres.




JD: ¿Te sientes entonces un escritor gay? 
PS: Me considero un tipo gay que escribe. Espero ser diverso. No quedarme pegado. No sé de qué escribiré a futuro, pero Sudor sí es acerca de las noches de verano en el Santiago gay de hoy. No sé qué haré después. Que yo apoye la causa o admire Iguales es un  tema; lo que escriba es otro. Y donde voy a bailar también.
Nos reímos, yo le digo que para mí la orientación sexual es un dato, no un elemento de interpretación de la obra de nadie.
PS: No se sabía que era gay pero sus novelas sí trataban la temática. Siempre en sus personajes había una tensión homoerótica. Y lo otro es que anteayer en la Cámara de Diputados un periodista le sacó fotos al celular de un diputado que se estaba mandando whatsapp mensajes sexuales con hombres, y lo más divertido es que los interlocutores eran tres. Y se mandaban guarrísimos. Pero hubo una condena social al medio que lo publicó, porque todos pensaban “quien no se ha mandado mensajes con otros mientras trabaja, quien no se ha mandado mensajes guarrísimos con otros.” Lo peor es que ese señor es casado, y ese día tuvo que volver a su casa.
Este señor es un buen diputado, hace mucho que está en política, ha sido reelegido seis veces, ha hecho cosas buenas para la sociedad, se mostró el porcentaje de su asistencia a las sesiones, o sea que si uno sabe de política sabe si alguien está haciendo bien política o no. Y qué importa entonces con quién se mande los mensajitos. En literatura es distinto porque la biografía marca mucho.
Volvemos a Henry James, él me corrige mi idea de que había tenido una herida en la guerra y me recomienda una biografía de un inglés. Prometo conseguirla. Y me dice “El no fue a la guerra. Tenía un dolor en la espalda. Era el niño frágil de la mamá.”
Hablamos mucho, me cuenta cómo eligió dedicarse a la escritura y abandonar su profesión de economista. Y defender los derechos igualitarios
Yo sigo leyéndolo, se apodera de mí ese fluir de pensamientos y de historias que son la literatura, y que no encontramos habitualmente en los autores contemporáneos.
Y entonces quiero anotar algunas citas de la que es su gran novela: La barrera del pudor.
La barrera del pudor
Ella, la narradora, es paisajista.
“Me aferro a lo que me resulta más seguro y placentero, a esta casa y su rutina reconfortante, al jardín y su manera simple de devolver la fe en la vida “
“Tuve la intención de decir ´te quiero´, pero antes de pronunciar esas palabras que en realidad acarreaban otros significados –adiós, perdóname. tengo miedo-, me detuve a pensar qué sentiría en el caso inverso: si él dijera te quiero´.”
“…ambos estábamos solos cuando nos vimos por primera vez. Ni él en su familia ni yo en la mía encontrábamos refugio. Nuestros hogares eran pampas barridas por vientos desoladores.”
Sus opiniones …”nacían de una experiencia placentera o desagradable al leer el libro, pero al transformar estas emociones en argumentos literarios, por lo general creía estar inventándolos. En esto se fundaba, además, el temor a escribir sus propias historias.”
“-No estábamos aburridos, no estábamos desilusionados, ni él ni yo habíamos cambiado de un modo que nos hiciera imposible convivir, sencillamente no pudimos superar la frustración.”
“(…)” ese encarnizado juez imaginario que tenía la cara de su padre.”
“Miro el mar y rebusco dentro de mí la pesadumbre para aliviarla con un buen llanto. Sin embargo, me encuentro con una nube de sentimientos que vuelve ciego el presente, y el pasado lo convierte en un faro que ya no se ve.”
“Es lo que he buscado hasta ahora, hallarme inmersa en la vida peligrosa y al mismo tiemplo a salvo de su inclemencia gracias a una armadura afectiva; un ideal que creemos común a todos, aunque la mayoría no busque más que un lugar donde refugiarse.”













[1] “The natural inheritance of everyone who is capable of spiritual life is an unsubdued Forest where the Wolf howls and the obscene bird of Night chatters.”
Henry James Sr, writing to his sons Henry and Williams.

No hay comentarios:

Publicar un comentario