sábado, 7 de octubre de 2017

Mañana de sábado.




Mañana de sábado. Babelia, mi lectura del café. Insuperable suplemento del diario español El País. Nunca me falta, me abre al mundo, me trae novedades, incentivos de lectura,  y también recuerdos.
Hoy, un libro que trataré de tener pronto. Aunque no siempre es fácil, hay que esperar que algún distribuidor lo haga. “El joven sin alma”, de Vicente Molina Foix. La entrevista de Juan Cruz es profunda y pone el énfasis en el sentimiento y en el desdoblamiento del narrador. Dos preguntas que me impresionan: “¿Y es un libro triste?” Y la afirmación que cierra el texto: “Es la vez que usted amó.” Y la respuesta, lacónica; Sí, esa es la vez que amé, exacto.”
A continuación,

domingo, 1 de octubre de 2017

Antonio Di Benedetto: Desde la cordillera mendocina al bosque sagrado

 Este texto pertenece a mi libro Memorias Imperfectas.
Lo tomo hoy, día en que celebro el estreno de Zama, dirigida por Lucrecia Martel.

***
Antonio Di Benedetto: los anteojos, la boina
            “Procuré ocupar la cabeza en el motivo de mi caminata, en el hecho de que yo esperaba un barco…”

  Di Benedetto, Zama
                 
Son las doce de un frío día primaveral, hace hoy [i]casi treinta años. El día de San Isidro en Madrid.
Sentada en el comedorcito del precioso piso de la Glorieta de Rubén Darío, la puerta se abre a mis espaldas. Es Beatriz Guido, la dueña de casa, la recién nombrada por el presidente Alfonsín encargada de Asuntos Culturales de la Embajada Argentina en España, con rango de ministro.
En un momento en el que todos estábamos llenos de esperanzas en la democracia, la generosa Beatriz había salido de años de postergación, que incluían una economía de gran austeridad, en su departamento de la calle Vicente López, en el que había agasajado a José Donoso y amigos en su visita del 82, y al que yo iba con cierta frecuencia.
Y digo la generosa Beatriz porque de inmediato ofreció a sus amigos visitarla cuando quisieran en el piso de Madrid. Yo fui una de las favorecidas, en mayo del 84, cuando ella llevaba apenas unos meses.


Volvemos a Madrid. Acabo de cortar una comunicación telefónica,