viernes, 16 de febrero de 2018

México y los 80 años de Carlos Fuentes

Carlos Fuentes, del misterio de la novela al desafío de la historia
“Lo que tú llamas morirse es simplemente el último dolor”
Ambrose Bierce, acápite a la novela Gringo viejo (1985)

                            
                                               
“El desafío de la novela moderna es la simultaneidad, no la linealidad”, dijo hace apenas quince días el escritor mejicano en Buenos Aires. “Porque Velázquez pinta lo que el espectador no ve.” Y concluyó que si “el mundo era uno antes de la publicación de Don Quijote en 1605 y otro, para siempre, después”, en Latinoamérica aun falta escribir la gran novela potencial, aquella que cambiará al mundo. O que, en todo caso, lo dividirá en un antes y un después.
Si Cervantes inaugura la novela moderna, si Balzac relata el devenir posterior a la revolución francesa, indudablemente Carlos Fuentes va y viene, en su profusa producción, sobre el fracaso de la Revolución Mexicana. Pero este “fracaso” es, en todo caso, una oportunidad para el gran país donde confluyen la España colonizadora con las fuertes culturas originarias.

Escribir con Borges

Escribir con Borges

"Estoy ausente porque soy el narrador" 

El libro de las preguntas, Edmond Jabes
Más allá de lo anecdótico, de lo que darán cuenta sin duda periodistas y quizás historiadores de la vida literaria, haber participado de la escritura junto a Borges significó para mí una experiencia reveladora- Si quiero trasmitirla a otros, lejos de la pretensión de decir algo nuevo sobre su obra literaria, es porque creo sin lugar a dudas que la persona de un escritor es su escritura y viceversa. Nadie que no tenga grandeza en el trato cotidiano podrá decir más que lo que otros dijeron, y ningún acercamiento crítico podrá develar cuál es el lazo misterioso entre la persona y la escritura.
Borges ha contado infinitamente las mismas anécdotas. Claro, no podía reescribir su vida para volver a contarla, y por otra parte, su vida parece haber sido corta en episodios destacables. Sin embargo, pensar acerca del momento en el que el escritor decidía volver al pasado para repetir –para mí era la primera vez- por ejemplo, cómo volvía en tranvía desde la calle Carlos Calvo, de la biblioteca Miguel Cané, leyendo la Divina Comedia, me remitía inmediatamente a la desesperanza, a tantos momentos en los que uno mismo piensa en qué medida vale la pena continuar con lo emprendido, y sobre todo, me remitía a este hombre absolutamente ligado a la felicidad a través de los libros. Y esto me importa, porque pocas veces conocí escritores verdaderamente "literarios". Muchas veces el placer se posterga para dejar lugar a otros mecanismos menos vitales. Cuando Borges hablaba acerca de este viaje en tranvía, siempre terminaba diciendo: "Yo pensaba que algún día todo sería distinto."