viernes, 13 de abril de 2018

Las palabras, esas perras negras...


Las palabras, esas perras negras…

            “No quería componer otro Quijote –lo cual es fácil- sino el Quijote.”
                        Jorge Luis Borges, “Pierre Menard, autor del Quijote”, Ficciones.


Si Menard no quería componer otro Quijote, si no el mismo de Cervantes, hubo en cambio un chico que, en su casa de la calle Serrano, tal vez en la sala donde se guardaban los libros de la familia, en “estantes encristalados”, escribió su primer texto, como lo cuenta en su Autobiografía, muchos años después:
            “Mi primer cuento fue una historia bastante absurda a la manera de Cervantes, un relato anacrónico llamado: “La visera fatal”. Estas cosas las escribía muy prolijamente en cuadernos escolares.”[i]

Llega la mañana. Abro el correo privado de una red social. Me encuentro con un texto de unas 15 líneas, que comienza así:

“De tanto perder aprendí a ganar; de tanto llorar se me dibujó la sonrisa que tengo. Conozco tanto el piso que sólo miro el cielo. Toqué tantas veces fondo que, cada vez que bajo, ya sé que mañana subiré.”
Sigo leyendo en diagonal, y termino así:
“Y no te esfuerces demasiado que las mejores cosas de la vida suceden cuando menos te las esperas. No las busques, ellas te buscan. Lo mejor está por venir”

La firma: Jorge Luis Borges

Las palabras y la vida

De todos los recuerdos que guardo de haber sido, como me digo a mí misma irónicamente, la privilegiada amanuense de Jorge Luis Borges, hay uno que quizás por lo cotidiano puede ser ejemplo de su cuidadoso acercamiento a las palabras.

Una mañana, en su casa de la calle Maipú, mientras me dictaba aquel hermoso prólogo a la selección de obras de Shakespeare, Borges me preguntó si se seguía usando la expresión "sex-appeal"...

jueves, 12 de abril de 2018

Sergio Pitol: el delirio de lo incierto



*Sergio Pitol: el delirio de lo incierto
                                                        “Estaba ciego en la lucidez pero tú has hecho girar la locura..
                                                          Todo es visión, todo está libre de sentido”
                                                                   Antonio Gamoneda

          Estoy en casa leyendo noticias literarias. Octubre de 2013, mientras repaso y vuelvo a repasar estas páginas. Y me entero de que en estos días se acaba de rendir un homenaje a Sergio Pitol, en Xalapa, por haber cumplido hace unos meses ochenta años. Me indican un video, lo busco. Y allí está Pitol,  sentado, ligeramente encorvado, pero sonriente. Tal como lo vi en diciembre del año pasado en Guadalajara. En la mesa de los conferenciantes, un ejemplar de Los mejores cuentos de Sergio Pitol y una rosa.

Las primeras señales que tuve de él fueron por mi amigo José Donoso. Era su cumpleaños de setenta años en Santiago, y alguien recordó aquel capítulo de la Historia personal del boom, en el que Donoso, siempre tendiente a la exageración, adjudica el fin del boom a la Nochevieja (para nosotros “fin de año”) de 1970. En la casa de Luis Goytisolo, Julio Cortázar y Ugné, Gabriel García Márquez y su mujer, Carmen Balcells, la gran agente literaria de todos ellos.
También Jorge Herralde,  editor a quien debemos nuestras mejores lecturas, [1]en una inolvidable Noche de los Libros en el Círculo de Bellas Artes de Madrid (2006)  recuerda esta noche, pero desde otro ángulo: el momento en que entendió que realmente había llegado al conocimiento de Sergio Pitol.
Pero volvamos al texto de Donoso.